miércoles, marzo 29, 2006

LAS DEMOCRACIAS TAMBIEN SE SUICIDAN?

Es un hecho que esto ha ocurrido en Venezuela. En ese país, su democracia se aburrió de serlo durante muchos años y un buen día decidió suicidarse o tal vez murió de enferma. Allá, para bien o para mal, hay una dictadura y es auto-sostenible por su inmensa riqueza energética concentrada en una sola mano.

Pero cómo es que Venezuela llegó al punto en que se encuentra?. Una ciudadana venezolana está a mi lado al momento de escribir estas líneas y me cuenta que los culpables fueron los adecos (del partido Acción Democrática de Carlos Andres Pérez) y los copeianos (del COPEI de Rafael Caldera) quienes, por su egoísmo y ansias de perpetuarse en el poder, no quisieron transar para oponerse al emergente comandante.

Idem puede pasar en nuestro país. Ya pasó hace poco pero felizmente el usurpador no pudo sostenerse tal vez por falta de esa riqueza concentrada (nuestro país es diversificado y esa es su principal fortaleza). Pero ahora nos encontramos en la situación en que nuestra Democracia está a punto de suicidarse pero en este caso creo que lo va a hacer porque tiene una grave enfermedad. Muchas de sus células son cancerígenas y el organismo entero está a punto de entrar en metástasis.

La Democracia es un don de las sociedades pero para que exista y pueda sostenerse estas deben transitar por un largo camino de aprendizaje. Me parece que no se pueden quemar etapas. La base de ese camino es la concordia y en este aspecto parece que también somos sub-desarrolados.

Nuestra Nación recuperó, en el año 2000, su endeble Democracia tras un largo período de deterioro que se inició en 1985, para citar sólo el último período de enfermedad. Estuvo a punto de morir, pero la salvamos, no obstante el antídoto no eliminó totalmente el gen maligno de las células enfermas, estas parece que quedaron sólo adormecidas y están reaccionando transformadas; porque este tipo de células son mutantes.

Concedo el beneficio de la duda, pues no creo que esas células mutantes se generen intencionadamente. Lo que ocurre es que existe un caldo de cultivo tal que llegado a un punto algunas se degeneran y, casi de manera incontenible, cunde la degeneración porque ese cuerpo no dispone de las defensas para detenerla.

Y, cuál es ese caldo de cultivo que tenemos en nuestro país?. Si bien es complejo, creo que es identificable. El primer y gravitante componente de ese caldo me parece que es la falta de un auténtico y sólido liderazgo, como los que ostentaron muchos países europeos hace más de 50 años. Y esto es grave pues sin liderazgo no podremos jamás enrumbar a nuestra Nación hacia un norte de progreso. Otros componentes, pero que se desprenden del anterior, son el mal uso de ciertas libertades que sólo sirven para beneficio de oscuros intereses particulares; la corrupción en todas las esferas y de estos devienen muchos otros componentes y así estamos, a la deriva, desde los albores de la República.

El 9 de abril tendremos elecciones generales y OTRA VEZ vamos a decidir nuestro futuro entre una baraja de candidatos de dudoso pronóstico (algunos de los cuales han hecho del cinismo su mejor herramienta para torcer la opinión ciudadana incauta). A decir verdad, sólo a uno de estos candidatos se le vislumbra diferente y podría remover nuestros paradigmas, pero lamentablemente es extremista y como tal peligroso.

Siguiendo con el paralelo de Venezuela, estamos en la situación de ellos antes de la llegada de su comandante. Vemos claramente que nuestra democracia está caminando en la cuerda floja. Los partidos políticos son incapaces de arribar a un acuerdo. Las fuerzas egocéntricas del poder son más fuertes que la fuerza de la gravedad de nuestro astro el Sol. Sería iluso pedirles a los candidatos más idóneos que se aglutinen, bajo una plataforma patriótica de pocos puntos para los próximos 10 o 15 años?

Si lo anterior no es posible, ya sea porque las ambiciones personales o partidarias son infranqueables o porque las posiciones políticas de los candidatos o partidos son irreconciliables (algo así como la de Bush con la Bid Laden), entonces la Nación tiene que defenderse sola de alguna manera, apelando a su instinto de conservación, creando sus propios antídotos mediante disposiciones que el actual Congreso tiene la absoluta obligación de dictar; ya dictó algunas, tal como la de la “barrera electoral”. Propongo otra: En la SEGUNDA VUELTA, los VOTOS EN BLANCO deben valer creándose un casillero específico para este efecto. Si estos son mayoría, el presidente debería ser elegido por nuevo Congreso entre todos los candidatos que superaron la valla electoral.

O es que nuestra Nación está asistiendo, con las manos atadas, al espectáculo de la auto-destrucción de su democracia, esa de “dejar hacer, dejar pasar” y que es así porque tal vez la verdadera sea la de los comandantes?

O es que nuestra “Democracia” es (como una vez leí por allí) como un elefante hundido en el fango atacado por toda clase de alimañas y que para defenderse solo dispone de su blanda trompita y su colita para espantar las moscas?



W. Botto
26 de marzo 2006

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